René Morales Hernández
Alumno de tercer semestre de la Licenciatura en Lengua y Letras Hispánicas de la UNAM.

I
Tengo en alguna parte del jardín a dos manojos de grillos
que no dejan de decir tu nombre
pero ya cállense o saldré a pisarlos a todos
malditos, abusan de mí
se esconden en los matorrales de mi inconsciente. 

II
Aún tenemos encerrado el eco en esta habitación.
Tendré que abrir las ventanas:

tus pasos,            el frío,              la ausencia 

Pero al menos todavía puedo cantar
(pasa la noche).

Barcos de papel

 

 

A mi abuelo, quien no ha tenido el gusto de leerme.

Me dijeron como a las 8:00 pm
que estabas muerto.
Me vestí bien y fui a tu velorio 
(creyendo que era una de tus pocas bromas).

No entiendo esa necesidad de irte más allá
de los valles en los que llueve en julio 
de los amaneceres soleados como cuando se te paró el corazón.

Me he vuelto más estúpido ahora, pero no le digo a nadie 
que me ha dado por esperar tus llamadas de los domingos
o por decirle a las piedras y a las cosas muertas que las quiero.

Siempre supe que los barcos de papel que hacías
no podían viajar más de cuatro metros,
pero me gustaba mojarme junto a ti...
tal vez soy yo al que entierran
tal vez soy yo el que se hunde. 
No sé por qué me daba por correr tras ellos.