La mirada de mamá |
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Daniel Herrera |
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Daniel
Herrera |
“Le pedí que se apresurara y me golpeara, Al
principio sólo le dio un par de golpes, un par de bofetones, no muy
duros, pero bien colocados en los cachetes. Él solamente estaba un poco
borracho, no demasiado. Realmente sabía lo que hacía. Así que el
alcohol no era ninguna justificación. Inmediatamente después de darle
ese par de golpes, debió pensar en que quizá no era necesario golpear
a su mujer de esa manera, pero lo hacía por su bien, el de ella. La
cuestión es que quería terminar con el asunto lo más rápidamente
posible. Dijo que tenía ganas de acostarse y olvidarse de todo. Era muy
temprano en la mañana y él olía a cerveza y a otros desagradables
olores. Quizá por eso le había pegado. Ojalá ella hubiera entendido,
pero en lugar de retirarse, la ira y el orgullo le hicieron comenzar a
gritar. No demasiado fuerte, pero si lo suficiente como para alterar los
nervios de papá. Mi hermano y yo veíamos todo desde nuestro escondite
predilecto, justo a un lado de la estufa; la casa era pequeña, así que
podíamos ver toda la sala.
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Entonces,
no entendíamos bien por qué papá comenzaba a golpear de aquella
manera a mamá, no es que seamos estúpidos, pero como gritaban al mismo
tiempo no atrapábamos las palabras. De todas maneras mi hermano dice
que yo no sé qué diablos significa el dinero para el gasto. Pero claro
que lo sé, significa que papá debe darle algo a mamá y ella dárselo
a otras personas que le dan comida que prepara para nosotros y que no me
gusta en lo más mínimo. Mi mamá realmente no sabe hacer la comida,
debería probar lo que la vecina prepara, ella no es nadie, solamente
quien nos cuida cuando no están ni papá ni mamá. Abril 2002, Torreón, México |