Pulpo en su tinta |
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(receta
para dos) |
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William
Rodríguez |
A tía Georgina y sus platillos Disuelvo la tinta en vinagre. Destapo otra lata de cerveza. Salud. Golpeo al pulpo con una botella, quedará más suave; lo lavo con agua y limón. Llegaste muy tarde anoche, imbécil, con perfume, infiel... Salud. Lo meto a la olla caliente, para cocerlo en su jugo. Pongo a tostar cominos, hojas de orégano, clavos, pimienta de la grande y de la chica. Y yo de estúpida cocinando tu platillo favorito, como si no estuviera harta de ti; y de mí contigo... Licuo los condimentos y los mezclo con vino blanco. Le quito la piel al pulpo con indiferencia, la misma que tuve para conquistarte; la mejor receta para atraer a alguien es fingir desinterés. Así llamé tu atención, ¿recuerdas? Tomo el pulpo y lo dejo reposar. Pico un atado de perejil, tres tomates rojos, un pimiento verde, cuatro dientes de ajo y una cebolla grande... Lloro. Salud. Lo único que te interesa de mí es la cocina. Me he puesto gorda gracias a tu pasión por comer. Ni siquiera me diste un hijo, hijo de la chingada. Caliento en la sartén el aceite de oliva, sofrío la cebolla y el ajo picados. Qué buen filo el de este cuchillo, qué bien rebana los tentáculos; quisiera rebanar tus dedos que ya no me tocan... Vierto el pulpo en la fritanga, agrego el vino negro colado, sal y el resto de la cabeza de ajo asada. Salud. Tapo la sartén y le bajo al fuego, pero no al odio. Faltan la ensalada de aguacate y el arroz blanco. De nuevo el cuchillo... Idiota. A veces no sé si enterrármelo en un ojo o continuar agregándole arsénico a tu comida. Salud... |