William Rodríguez
Narrador nacido en Mérida, Yucatán en 1970. Ha publicado Catarsis de mar (La tinta del alcatraz, colección La hoja murmurante), Sueños de agua (Letras de Pasto Verde), Supervivencia del insecto (Tintanueva Ediciones) y La línea perfecta del horizonte (Fondo Editorial Tierra Adentro, CONACULTA).

A tía Georgina y sus platillos

Disuelvo la tinta en vinagre. Destapo otra lata de cerveza. Salud. Golpeo al pulpo con una botella, quedará más suave; lo lavo con agua y limón. Llegaste muy tarde anoche, imbécil, con perfume, infiel... Salud. Lo meto a la olla caliente, para cocerlo en su jugo. Pongo a tostar cominos, hojas de orégano, clavos, pimienta de la grande y de la chica. Y yo de estúpida cocinando tu platillo favorito, como si no estuviera harta de ti; y de mí contigo... Licuo los condimentos y los mezclo con vino blanco. Le quito la piel al pulpo con indiferencia, la misma que tuve para conquistarte; la mejor receta para atraer a alguien es fingir desinterés. Así llamé tu atención, ¿recuerdas? Tomo el pulpo y lo dejo reposar. Pico un atado de perejil, tres tomates rojos, un pimiento verde, cuatro dientes de ajo y una cebolla grande... Lloro. Salud. Lo único que te interesa de mí es la cocina. Me he puesto gorda gracias a tu pasión por comer. Ni siquiera me diste un hijo, hijo de la chingada. Caliento en la sartén el aceite de oliva, sofrío la cebolla y el ajo picados. Qué buen filo el de este cuchillo, qué bien rebana los tentáculos; quisiera rebanar tus dedos que ya no me tocan... Vierto el pulpo en la fritanga, agrego el vino negro colado, sal y el resto de la cabeza de ajo asada. Salud. Tapo la sartén y le bajo al fuego, pero no al odio. Faltan la ensalada de aguacate y el arroz blanco. De nuevo el cuchillo... Idiota. A veces no sé si enterrármelo en un  ojo o continuar agregándole arsénico a tu comida. Salud...