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Mariana Ramírez Estrada
Egresada de la Licenciatura en Ciencias Humanas y colaboradora en el
centro de Difusión Editorial de la UIA
Torreón. Sus poemas aparecen en el disco compacto Acequias
de poesía y en la antología Voces
del desierto.
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I
Estás ya desde hoy incrustado en mí.
Pero qué te puedo ofrecer:
unas manos abiertas
unas miradas incandescentes
un destino incierto
una vida: lo que soy.
No me atrevo a hacerlo porque eres un sueño acuático
y aquí sólo hay pedregales,
arena y sequedad calcinante.
Pero tampoco me atrevo a no hacer el intento
y quedar impasible ante ti.
Qué quieres, si cuando llegas
—a mi mente, a cualquier parte—
me duele el estómago, el corazón y la vida entera,
porque estás ahí, frente a mí y mi boca se niega a hablar,
no me responde, me deja en el camino,
plagada de incógnita,
de esa interrogante que eres.
Qué quieres... la vida entera.
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II
Si te dijera que no
sería mi declaración más lamentable
pues tengo que reconocer que en tus ojos me detengo
y el tiempo es nada
porque ahí, en las miradas,
te haces absoluta revelación
y me lanzas los dardos de certeza
que suelen aniquilarme éste y los demás argumentos fabricados.
No puedo decirte que no:
mentiría y no quiero,
porque este conjunto de palabras
ahora me delatan, ante nosotros y qué más da,
ante el universo...
entonces, esto es demasiado para intentar al menos callárselo.
Te digo que ni la distancia ni cualquier otro truco,
antídoto, veneno o solución valen
si tú también lo sabes porque es cierto
y sin abrir la boca
ya se escucha en todas partes.
III
Qué te puedo dedicar:la vida, un instante lleno de asombro
cargado de silencio —rotundo silencio—.
Es verdad que sólo por ese breve plazo
puedo enteramente dedicarme a ti
y tener cautivas tus miradas
y contener tus pensamientos en el aire de un suspiro,
de un murmullo que flota en el ambiente
que me ciñe en ti tatuándome tu aroma:
esencia en la que lates. |