No siempre el amor duele

Fernando Martínez Sánchez






 

  Fernando Martínez Sánchez
Profesor de asignatura en el Departamento de Humanidades de la uia Torreón. Escritor y actual director de la casa de la Cultura de Torreón. Ha publicado, entre otros, Suma presencia, Los pájaros del atardecer e Innovación y permanencia en la literatura coahuilense.

Tajaste con tu ausencia
una poda en el árbol de mi alma,
y ésta reverdeció.

Escuchemos el horno de las sombras:
se oye la luz, nos horada, crepita,
y quedamos translúcidos,
iluminados por el iris de la arena.

Fue entonces que mis dedos pudieron amasar
en tus muslos el pan de los deseos.
Lo comimos impregnados del jugo
que los besos destilan.

Servimos el festín
sobre un mantel de anémonas,
luego que el polvo inmerso en el instante
se volvió luminoso,
se deshizo en el tibio litoral
donde encallan los labios
y siembran un contagio de lumbre junto al mar.

¡Qué banquete de besos y canciones!
todos sobrevivieron
luego que nuestros dedos
soldaron un cerrojo que no dejó escapar
la luz, el pan, el tiempo
tramados en la red
que dejamos huir
hacia atrás y delante de las olas,
todo por levantarla
gratificada de peces azules,
de ésos que aletean por el aire
enlazando las nubes con el mar,
y luego nos contagian
inmersos en el piélago
que alumbra nuestro abrazo
que no por ser pequeño es menos grande.

Las caricias levantan
arborescencias de alas y de aletas
donde el aire no cesa
de contar y cantar esos paisajes,
convencido de que
no siempre el amor duele,
pues mezcladas sus letras por la arena,
se vuelve encaje, blanco lecho de agua
donde medran los peces y los pájaros.
Ellos vienen a picotear las migas
del corazón del pan recién horneado.