Cereal por las mañanas

Daniel Herrera
  DANIEL HERRERA
Alumno de la Licenciatura en Comunicación y miembro del taller literario de la UIA Torreón. Ha publicado en la antología Hoy no se fía.

Para Alma, que desayuna barras de cereal.

¡Quiero seguir comiendo Crusli!
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Definitivamente tiene que ser en la mañana, sobre todo si queremos que lleve tal nombre. Las mamás siempre joden con que es necesario tomarlo para poder resistir los embates de la jornada, del trabajo, de 1a vida. Y si una madre no jode con que es necesario tomarlo, es probable que no le interesen sus hijos. También dicen que es la comida más importante del día.
      Los desayunos representan la cantidad de ocio y buen gusto de que dispone cualquiera. Algunos académicos universitarios deberían preocuparse por tomarlos en vez de lanzar al aire miles de inútiles teorías junto con un insoportable olor de boca. Es bien sabido que aunque un estomago se encuentre vacío, los líquidos gástricos inician su labor. No deseo hacer una versión médica, pero esto es muy sencillo: "si no desayunas, te apesta el hocico". No tiene que ver con lavarse los dientes, tiene que ver con las tripas. Digamos que es el reclamo sutil de un estómago mal alimentado. También los escritores deberían disponerse a desayunar bien, es más productivo que declarar la muerte de algo, escribir una novela, o celebrar la supuesta perfección literaria del último libro de Fuentes. Por lo menos yo intento hacerlo, procuro prepararme un buen desayuno; mi madre siempre jodió con eso y como buen animal amaestrado sigo sus recomendaciones, aunque últimamente desayuno dos grandes platos de cereal Maizoro, aparte de todo esto, no me considero escritor.
      Existen varios tipos de desayuno. Al parecer antes se acostumbraba desayunar fuerte, sobre todo huevo: podía ser norteño o revuelto o estrellado o cocido o a güevo, todo esto acompañado de un delicioso jugo de naranja, una taza de café o un vaso de leche. Después nos invadieron los gringos, ¡oh maravillosos y amables gringos que nos envían sus delicias culinarias!, ¡oh gringos, sigan haciéndolo! Desde entonces se acostumbra desayunar cereal, ahora nos preocupamos por cual será el mejor cereal. ¿Fruti Loopis? ¿Zucaritas? ¿Crusli?
      Hablando de cereales, habrá que hacer un análisis serio de los reversos de las cajas, ahí donde conviven sin ningún pudor jueguitos infantiles con recomendaciones médicas que mantendrán nuestro cuerpo fuerte y sano por años, hasta la muerte. "El cereal es fuente de energía", "Tabla de calorías recomendada", "Adicionado con hierro". Qué podemos pensar de aquellos a quienes por las mañanas solamente los acompaña la caja de cereal. Es para imaginárselo: un tipo razonablemente feo, volteando la caja y leyendo la parte trasera, en cierto momento, por un instante, sólo por unos segundos, una ligera sonrisa cruza su cara. Soledad, pura soledad. Aunque quizá es mejor leer la caja de cereal que leer el periódico o ver la televisión y enterarse de las miserias que sucedieron durante la noche. En tan poco tiempo tanta mierda.

 

 

 
      En las mañanas grises conviene desayunar café negro y cigarros. Son esos días en que la boca sabe más fuertemente a metal que en otras ocasiones, son esos días en que es mejor no levantarse, no pisar el suelo porque estará frío, al igual que el resto de la jornada.
      Algo de verdad excitante es ir a Sanborn's a desayunar. Primera impresión: entrar a un lugar donde los empleados portan sacos rojos y corbatas rojas. Segunda impresión: entrar a un lugar donde visten a las meseras como piñatas. Tercera impresión: nunca trabajar en un lugar como este. Al final, el desayuno es bueno y los baños están limpios. No estará por demás ensuciarlos un poco.
      También es extraño desayunar carne de res o de cerdo, aunque tal vez exista un mejor desayuno donde no se consume nada, pero sí se agarra la mejor carne que se pueda encontrar. El mañanero es el único momento en que el estómago no se encuentra lleno, mientras que el corazón y el cuerpo rebosan de alegría y otros líquidos. Qué diablos importa salir tarde, sin desayunar y apresurado de casa.
      Algunos escritores no desayunan nada, lo que sucede es que se levantan cerca de las doce, entonces a eso no se le puede llamar desayuno sino comida. Lo que sí hacen bien es cenar y lo hacen abundantemente, acompañados de una buena cerveza o un mojito o una michelada o una línea de coca o un poco de poppers. Sobre todo si la noche se presta para el desmadre, para la vida libre y azarosa, para no desayunar nada al siguiente día porque la cruda es tan fuerte que el puro hecho de oler algo comestible produce un deseo incontenible de vomitar. Es común que las madres o novias o esposas o sirvientas del escritor deseen embutirle unos generosos hot cakes bañados en miel. "¡Hot cakes!, ¡carajo! ¡por qué hoy hot cakes, si lo que necesito es algo salado y picoso, estás pendeja o qué!"
      Entonces, lo más recomendable es el menudo o quizá el pozole de aquel lugar que no cierra durante toda la noche. Pero supongamos que es un día cualquiera. El desayuno ya no ocupa un lugar tan preponderante en la vida. Es más importante pagar la renta y la gasolina del carro. Tener dinero para el fin de semana y comprar aquel disco de Mingus que está en la tienda desde hace algunos días. Qué caso tiene desayunar si ayer se perdió el tiempo en internet bajando información inútil (excepto las páginas porno, que es lo único importante en la red) hasta las dos de la mañana y se despierta hoy con media hora para llegar al trabajo. Por lo tanto, tenemos las barras de cereal, maravilloso invento del capitalismo, al igual que la Coca Cola y los McDonald's; al igual que los envases de plástico y las tortillas Maseca. Las barras de cereal son el mejor desayuno en este nuevo mundo lleno de falta de tiempo y vacío de tiempo libre. Se pueden comer en cualquier lugar y a nadie le llama la atención, es difícil imaginar a alguien desayunando unos frijoles charros en el carro camino al trabajo.