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Don Quijote de la Mancha:
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¿locura o cordura?*
Lino García, jr.
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LINO GARCÍA, jr.
Catedrático de la Universidad Panamericana en
Edinburgo, Texas, Estados Unidos. |
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Sería burla o parodia la razón por la
que Miguel de Cervantes escribió su obra
maestra. De todos modos aparece un personaje tan universal, tan humano, tan lleno de
pasión y reverencia hacia todo lo creado que
ni el mismo Cervantes supo de la grandeza de su alter ego, su hijo, su primogénito.
Es así lo magnífico de su obra monumental que ha
sido traducida a más idiomas y cuenta con más
ediciones que ningún otro libro, excepto la Biblia.
Es bien sabido que antes del año 1605,
se habían escrito en Europa y especialmente
en España, novelas de cierto género, como
la novela pastoril, picaresca y de
caballerías (como el caballero Cifar); siendo
El Amadís de Gaula la más famosa en España, y la
cual sirve de modelo para el personaje de Don Quijote de la Mancha. Entonces, don
Miguel de Cervantes utiliza estos términos
literarios para compilarlos en su obra maestra,
Don Quijote. Pero, lo que en obras anteriores al
Quijote eran personajes simplemente retratados en su exterior, en la obra cervantina
aparecen ya con doble sentido, doble
dimensión, con una redondez que revela sus
inquietudes ante todos los aspectos de la vida humana.
Así veremos a Don Quijote, ridículo en
su exterior, pero trágico vencedor en el
interior. Sus mejores y más memorables batallas
las encuentra en su interior, allí Don Quijote
es victorioso, allí gana en contra de los
gigantes del mundo, los malhechores, los frestones que nos arrebatan la gloria del destino a
cada uno de nosotros. En la reverencia, en la institución de hacer el bien a todos, en
su opción de escoger, en su intimidad de
"deshacer los entuertos del mundo" encuentra
Don Quijote su restauración y lleva a sus
lectores hacia el mismo camino de espiritualidad
en el que él se encuentra.
Pues quién de nosotros no quisiera tener cualidades quijotescas como "la cortesía,
la fidelidad, el idealismo, lo caballeresco, lo virtuoso, y ante todo la ilusión de un
mundo en espera de reparación".
Su misión, después de haber leído
tantas novelas de caballerías "que se le secó el seso
y vino a dar en el más extraño
pensamiento que jamás dio loco en el mundo," fue que
se haría caballero andante como lo había
leído en sus libros de caballerías y así irse por
el mundo y ejercitarse en todo lo que los caballeros andantes hacían, que era
"enderezar entuertos, ayudar a los necesitados, ayudar
a viudas y doncellas, y traer justicia al
mundo". Para eso necesitaría un nombre digno de
su nuevo oficio, y después de pensarlo vino
a llamarse Don Quijote de la Mancha, en imitación de Don Amadís de Gaula, y de otros
que quisieron honrar a su patria.
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A su caballo lo llamó Rocinante,
rocín, ahora el mejor caballo del mundo;
también se hizo de un escudero que le llevara
sus camisas, le acompañara en sus viajes,
sirviera de consejero, compañero, y al fin
amigo: Sancho Panza, con quien después
sostendría algunas memorables discusiones. Una
dama, la dama de su corazón, porque no es bien
que un caballero no tenga a una dama a quien dedicar sus proezas, sus episodios,
a quien dedicar sus más nobles
pensamientos. Y así entra a la literatura mundial
Dulcinea del Toboso, señora de su corazón, dueña
de sus pensamientos y a nombre de quien Don Quijote dedica sus esfuerzos, su misión.
El norte, la estrella, su guía e inspiración.
Era, pues, según se entendía, que en un lugar
cerca del suyo vivía una moza, de esas gruesas,
labradora, más hombruna que hembra, de quien, según se sabía, él en un tiempo
anduvo enamorado; aunque ella jamás se dio cuenta.
No hay que olvidarse del cura, su amigo Pero Pérez y el barbero, maese Nicolás; el
ama y la sobrina quien comprenden su mundo antes de hacer su primera salida al
ejercicio de las armas.
Encontramos listo a nuestro personaje para emprender aventuras, que ganándolas
le traerían fama y renombre eterno. Ya
puesto en el camino de su decisión, Don
Quijote encuentra a doña Tolosa y a doña
Molinera, dos rameras quienes le ayudan a ceñirse
la espada en la ceremonia digna de su nuevo oficio y por la cual todo caballero
andante tenía que pasar antes de batirse en armas
con algún otro caballero.
Lo interesante del episodio, según la
edición de Martín de Riquer, fue que Don
Quijote fue armado caballero por "escarnio",
es decir, por burla, por el ventero quien le dio
el espaldazo, y según las leyes de Castilla
compiladas por Alfonso X, El Sabio, ningún
caballero puede emprender batalla con otro si fue armado por escarnio (esto lo sabían
los españoles de la época, lo cual hacía a
Don Quijote aún más ridículo).
Lo interesante de este episodio es que pone en juego muy temprano en la novela
el constante vaivén de las perspectivas con
las que se enfrentan los personajes alrededor de nuestro héroe. Es decir, Don Quijote
serio, fiel a su misión, creyente con fervor en
su nuevo oficio; y los demás personajes, el
ventero, las rameras, burlándose: seriedad, burla
y tragedia, todo al mismo tiempo; sin saber quién está "loco" y quién "cuerdo",
revelando las múltiples dimensiones en las
relaciones quijotescas, y por extensión, nuestras
relaciones humanas.
Ya para curar a Don Quijote, o simplemente para deshacerse de tantos
libros mágicos que contenían el veneno de
la enfermedad quijotesca, el ama y la sobrina junto con el barbero y el cura, hacen de
su biblioteca una hoguera quemando toda la caterva de libros, muchos de los cuales
eran apreciados por el público de aquel
entonces. Queriendo deshacer el veneno al quemar
los libros, sus allegados caen en la opinión
falsa de que ha visto el mundo de borrar lo ya "pensado, lo ya imaginado, lo ya digerido
en nuestra imaginación", cosa imposible
de acontecer en los tiempos cervantinos y en los nuestros. Pero, lo relevante de este capítulo
es la creación literaria de Frestón, pues
este gigante viene a representar el enemigo no sólo de Don Quijote, sino de todos
nosotros. Es el enemigo que nos arrebata y quita nuestra gloria, nuestro lugar, nuestro
honor en el mundo.
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Cayó ya Don Quijote en su ilusión, en
su imaginación viva donde todo aparece como lo que había leído en sus famosas novelas
de caballerías. Se encuentra con los molinos
de viento, aventura digna de contar y apreciar como ejemplo de las diferentes realidades
que nos rodean, que nos atrapan, que nos engañan, así que navegamos en el camino
de la vida. Son lo que las cosas objéticas
aparecen para nosotros: una equivocación
del mundo irreal, mundo de imaginación y de sombras, de sueños, de alucinaciones,
de fantasía, de realidad cruda, algunas veces
vividas, algunas veces soñadas solamente.
Así, Cervantes nos enseña que las
"apariencias engañan, y que vivimos dentro de
realidades vividas y otras soñadas". Encontramos,
pues, un juego constante entre la "realidad
relativa" y la "realidad absoluta"; esto pone en
contacto los íntimos pensamientos,
inquietudes, sueños y múltiples perspectivas de todos
los personajes dentro de la novela. Así, en
el discurso sobre la Edad de Oro, y del
porqué se instruyó la orden de caballería, se ve,
en cierto modo, la exageración cervantina
de proporcionarle a esta edad un tinte de
fantasía donde la gente supuestamente vivía
relativamente en paz; y a la defensa de ésta se
instruyen las órdenes de los caballeros
andantes quienes protegían al pueblo del malhechor
y caduco, que se lindaba a los inicios de una nueva sociedad que sería el Renacimiento
del siglo XIV.
Don Miguel de Cervantes hace hincapié en varias situaciones, las cuales le sirven
para engrandecer a su héroe y figura central,
Don Quijote, poniéndolo en episodios que
interrelacionados con otros personajes sirven
para crear la ilusión de redondez, de balance,
entre vidas entretejidas que pasan entonces a ser destinos bien prefigurados, todos
enseñándonos lecciones de la misma vida y
realidad. Cervantes se eleva, pues, a teólogo,
filósofo, pedagogo, místico y todo lo demás,
para darnos a nosotros, los lectores, una visión
de su mundo. Así, en el episodio de Marcela
y Gristóstomo, dos figuras bien delineadas, acaban por ser ejemplos de vidas
entretejidas; pero con una diferencia, pues según
Cervantes, cada uno con el derecho de ejercer la
vida a su gusto.
Marcela se viste de pastora, porque a ella le da la real gana; no pide que la
quieran, prefiere vivir sola, en plena libertad;
pues Cervantes exalta la libertad de la mujer para escoger su estado, para vivir su propia
vida. Mientras que Gristóstomo muere por un amor equívoco, ha dejado que una
pasión amorosa le quite la vida, el momento
del último suspiro, cosa que sólo Dios
puede decidir. El mismo Cervantes ya lo
había dicho, "querer el hombre morir cuando
Dios quiera es locura". ¿Cuáles son las
lecciones que el autor nos propone en este
episodio?, ¿por qué Grisostómo tiene que morir?,
¿cuál es el papel que desarrolla Marcela en
esta historia de amor, desprecio,
desesperación, libertad y muerte prematura?
Muere Grisóstomo como ejemplo de lo que llegará a ser Don Quijote; ¿es
Grisóstomo una prefiguración del propio caballero
andante?; quizá, pues cada ser
humano puede elegir su destino. Dejarse morir por una pasión amorosa, dejar que una crisis
le quite la vida, o seguir en el camino de la vida como lo hará Don Quijote. Y Marcela
refleja la mujer libre, que aunque nació
hermosa porque la naturaleza la ha dotado de
belleza, no por eso debe entregarse a cualquiera
que la ame.
Ya Grisóstomo la había declarado
"mujer ingrata" en los versos que aquí cito:
Ya que quieres, cruel, que se publique
De lengua en lengua y de una a otra gente
Del áspero rigor tuyo la fuerza.
Haré que el mesmo infierno comunique
Al triste pecho mío un son doliente,
Con que el uso común de mi voz tuerza.
Y la respuesta de Marcela encierra el caudal de una mujer liberada, y nos lo comunica así:
Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la sole-
dad de los campos. A los que he enamorado con la
vista, he desengañado con las palabras. Que si a
Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo,
¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder
y recato?
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Una crisis amorosa mató a Grisóstomo,
él mismo deseó su fin trágico, su destino,
su balance de vida. Marcela no. Y así se
desenvuelven dos vidas, cada una dando proporción o desproporción al balance de la
otra. Cada una de ellas con su propia realidad relativa. Cada quien ateniéndose a su
propia interpretación de cómo vivirla.
Debemos explicarlo según el valor de las
lecciones, experiencias que nos dotan de sabiduría,
de crecimiento, de comprensión; pero nunca juzgar quién tiene aquí la razón.
De cualquier manera Don Quijote sigue cabalgando, no importan sus desdichas.
"La simpatía por la cuita ajena es primordial en
la actitud quijotesca; mientras que el
hacerse caballero andante es la consecuencia... y deshacer entuertos para resolver los
problemas del mundo..." Se allega a las cuitas
ajenas de los que pasan a su lado sin aveces poder solucionarlas, pues tiene tan grande el
corazón que simpatiza con todos y encuentra
solución a cualquier mal, ya que penetra en
la intimidad de cada uno de los personajes alrededor de él, porque él mismo tiene
un gran sentimiento.
Así, en momentos de agonía, de
simple humildad, de cristiandad, de pura
reverencia hacia todo lo creado, Don Quijote
expone sus más íntimos pensamientos, que
muestran en blanco su interior, al declarar: "Y si
no fuese porque imagino... ¿qué digo
imagino? Sé muy cierto, que todas estas
incomodidades son muy ajenas al ejercicio de las armas,
aquí me dejaría morir de puro enojo". Pero no
se deja morir de puro enojo, eso lo
convertiría en un Grisóstomo; sino que cabalga hasta
el fin de su jornada: ¡qué lección para toda
la humanidad!
Don Quijote nos dicta bien el camino que debemos recorrer hasta el fin de la
jornada. El constante balance que llevamos, el constante equilibrio de nuestras vidas
en reflexión de otras, el espejo del cual
nos servimos para compararnos, para vislumbrar en él, viendo en cada imagen procesos
de vida, imitación de actuar, de resolver las
crisis a nuestro alrededor, interrelacionarnos con nuestros semejantes, cuyo fin será vivir
humanamente, triunfar, aprender y restaurar nuestro ser interior.
La "realidad relativa" en oposición a
la "realidad absoluta" que solamente
Dios mantiene en su pecho, y no nos la revela, pues el Hacedor quiere que nosotros
la encontremos. Mientras tanto, navegamos en un mundo regido por imaginaciones
y realidades, unas soñadas, otras vividas, algunas más deseadas.
Así, en el episodio del yelmo de Mambrino o casco que lleva el barbero, nos
enseña los dialectos, vocabulario que usamos
para describir nuestro mundo exterior y le llaman "yelmo de Mambrino o bacía, o lo que
tú quieras que sea", explica nuestra obsesión
por las "cosas del mundo exterior" y nuestro
afán de prestarle nombre a objetos
inanimados; invenciones de los hombres para acercarse
un poco más a una realidad perceptible
desde múltiples puntos de vista. La declaración
tan llena de virtud y verdad que es: "eso que
para ti es una bacía; para otros es el 'yelmo
de Mambrino'"; para otra cosa... ad infinitum,
sin poder decir quién tiene la razón. Y de
esa manera va en su camino nuestro personaje, deshaciendo entuertos,
enderezando injusticias, entreverado en los asuntos
del mundo, sin aveces poder solucionarlos. Mostrando su gran sentimiento de
cristiano, trayendo el bien a cualquier situación con
la cual se encuentra.
"Esa gente va a las galeras forzada; y me toca a mí quitarles esa angustia que
ellos sienten". Sentimiento agonizante, lleno
de cristiandad, de puro amor al prójimo, de sentir bíblico, de compasión, y de ilusión.
"A los caballeros andantes no les toca ni
atañe averiguar si los afligidos encadenados
van o están en aquella angustia por sus
culpas; sólo les toca ayudarlos como
menesterosos, poniendo los ojos en sus penas, y no en
sus ballaquerías". Trozo digno de esculpirse
en bronce, pues aquí yace toda la actitud
quijotesca, llena de simpatía vital, de genuino
vivir humano; sentimiento por la cuita ajena: ejercicios espirituales que nos pertenecen a
todos nosotros que habitamos la tierra.
Pasando adelante, nos encontramos en esta novela cervantina con el episodio
ficticio dentro de la misma ficción: de Camila,
Anselmo y Lotorio. Episodio que aunque dentro de la novela cervantina, está aislado,
leído para el gusto de los demás; constituye
un vasto caudal de temas, filosofía sacada
del propio vivir cervantino, pues toda la novela es un viaje del mismo autor, su alter ego, su
proyección, que se extiende a todos
los personajes para declarar sentencias de don Miguel de Cervantes Saavedra. La mujer
es débil, incluso, todo ser humano somos de materia débil, de barro, y por ello sujetos
a todas las tentaciones que este barro nos trae. ¿Por qué entonces creer que Camila
puede escapar de las tentaciones que se presentan ante ella? Más que otra cosa, el
marido prudente debe destruir todo mal que se le pone en medio: advertirla,
enseñarle, endoctrinarla y cuidarla. Pues si tienes
mujer buena en casa, cuídala, y no le
pongas tentaciones. El honor es de vidrio y con cualquier cosa se empaña; y si la gente
tiene buena opinión de esta mujer, al caer en
las tentaciones, comienza el engaño entre Lotario, Camila y la Criada, y la
"verdadera verdad" o "relativa realidad" se
pierde, provocando que al fin nadie sepa lo que sucedió.
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Don Miguel de Cervantes decide esperar diez años antes de publicar la segunda
parte de su muy eminente novela, pues aparece ya en 1615, motivada por la obra mal escrita
de un tal Alonzo Fernández de Avellaneda,
escritor que se supone fue enemigo de Cervantes. A esta obra le llamamos el "falso Quijote"
o el "Quijote apócrifo". Dado el genio
de Cervantes; es difícil atribuir algún
elemento positivo a esta obra de Avellaneda; su
papel reside en que este autor desconocido
motivó a Cervantes para terminar lo que
había empezado, la segunda parte de su
novela, para el deleite de todos nosotros.
En el prólogo Cervantes se defiende de los insultos de Avellaneda, otra vez
exaltando las virtudes de las armas y las letras, dos
inspiraciones y eventos cervantinos, pues por
toda la vida de este genio corre la vena de dichas actividades.
Siempre se ha puesto de manifiesto que la primera parte de
Don Quijote tiene las virtudes de enaltecer aventuras del mismo
héroe, prestando procesos de vida para
"encontrar su destino, muy similar al encuentro en
que todo ser humano se enfrenta al realizar su decisión y asimilar el mundo; es decir,
el héroe que sale de su ambiente para
desarrollar su destino, que se encuentra con
gigantes, los aniquila, regresa a su aldea y triunfa
sobre el bien y el mal: en esta parte se expresa
la búsqueda que el héroe -Don Quijote-
realiza para encontrar la verdad.
Mientras que en la segunda parte de esta obra monumental el héroe se
autoconquista, reconoce su destino, su vida, su
proyección cervantina; y así, puede
reflexionar, filosofar y triunfar sobre los males del mundo.
Entonces comienzan a aparecer razonamientos, pues ya Don Quijote ha sido
bien nutrido en la imaginación de su creador.
Allí se fortalece, se dirige, se hunde en las
entrañas del autor para surgir como el gran
filósofo en que se convertirá.
Razonamientos acerca de todo evento, relaciones
humanas que nosotros experimentamos. Como por ejemplo casar a los hijos, pues la misma
mujer de Sancho le advierte a su marido
"traed vos dinero, Sancho, y el casar dejadlo a
mi cargo; que ahí esta Lope Tocho, el hijo
de Juan Tocho, mozo rollizo y sano, y que le conocemos, y sé que no mira con mal ojo a
la muchacha; y con este, que es nuestro igual, estará bien casada, y le tendremos siempre
a nuestros ojos... Y no casármela vos ahora
en esas cortes y en los palacios grandes, en donde ni a ella la entiendan, ni ella se
entienda". Aquí se expresa que el deber de casar a la
hija es de la madre, que sabe sus limitaciones y entiende bien su desarrollo. Palabras de
la simpleza de una labradora, pero también,
de un gran filósofo.
Con respecto a la vida misma y a lo que es una comedia, nos explica Don
Quijote, proyección cervantina, lo siguiente:
...porque no fuera acertado que los atavíos de la
comedia fueran finos, sino fingidos y aparentes,
como es la mesma comedia, con la cual quiero
que estés bien, teniéndola en tu gracia, y
por el mismo consiguiente a los que las representan
y a los que las componen, porque todos son instrumentos
que hacen un gran bien a la república,
poniéndonos un espejo a cada uno por delante,
donde se ven al viso las acciones de la vida humana,
y ninguna comparación hay que más al vivo nos
represente lo que somos y lo que habemos de ser
como la comedia y los comediantes...
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Así pasan Don Quijote y Sancho discutiendo lo que nos enseña la comedia y lo
que nos enseña la muerte: los dos aspectos
de nuestro vivir, el comienzo y el fin.
También en el episodio del caballero del verde gabán, sobre la educación de los
hijos, Don Quijote expone sus ideas relacionadas a la crianza, declarando que "los hijos
vienen de las entrañas de los padres, entonces
hay que amarlos, buenos o malos; y en eso de la educación de ellos, los padres deben de
persuadirlos y no forzarlos a que estudien ciencias que ellos no se atienen." Don
Lorenzo quería ser poeta, mientras que su padre
desea que su hijo estudie para algo de pane
lucrado, es decir, para ganarse el pan de cada
día. Sobre la poesía Don Quijote declara que es
la "reina de todas las ciencias", pues hay
que recordar que Cervantes tuvo como sueño dorado el de ser un gran poeta, al estilo
de Lope de Vega; tal vez sin saber que su obra maestra,
Don Quijote de la Mancha, encierra en sí valiosos elementos de poesía;
incluso toda la obra es una labor de poesía en
el sentimiento, humanidad y compasión que dilatan ciertos personajes. Pues, quién no
se acordará del pensamiento íntimo de
Don Quijote al hablar de Dulcinea, su dama. Y quién no recuerda el valor y la reverencia
con la cual Don Quijote se dirige a las dos rameras, doña Tolosa y doña Molinera,
dándoles el título de doña. Cabal
imaginación, valentía en el pensamiento, compasión
hacia todo lo creado, sin distinción de clase
social; humanismo cristiano, agua del manantial
del cielo fueron estas palabras quijotescas, dignas
de ser puestas en bronce. Según
Américo Castro, "en Don Quijote se hace sentir
la inevitable presencia del personaje en cuanto habla o hace". No había ocurrido así en
el Amadís; pues Don Quijote pose ese
intra-mundo, ese palpitar de su sentimiento, por
experimentarlo vivamente hacia el ser humano. Lo que nos estremece al leer la novela es su
simpatía vital entre la angustia del
melancólico héroe y cualquier angustia con la cual
se encuentra, con pasión de agonía, sea capaz
el manchego hidalgo de resolverla o no.
Es decir, el buen hidalgo se incorpora las cuitas ajenas, sea capaz o no de
remediarlas. Don Quijote despoja los casos humanos
que vienen a su encuentro a fin de dejarlos al desnudo, la pura y simple angustia. "Poner
los ojos en sus penas y no en sus
ballaquerías". Penetrando en la más angustiada pena de
su prójimo, se sume en su propia alma abatida,
y es en ella donde todos nos encontramos. Según Cervantes, vivir humanamente
consiste en estar recibiendo el impacto de cuanto puede afectar al hombre desde fuera y
estar transformando tales impresiones en procesos de vida. Don Quijote siente la angustia
ajena por tener muy viva su conciencia. Ya oímos
la declaración del hidalgo al decir: "Si no
fuera porque estas aventuras son parte de ser caballero andante, aquí me dejaría morir
de puro enojo". Ahora, se entiende mejor al decir Don Quijote "...Yo, hasta ahora no
sé lo que conquisto a fuerza de mis
trabajos". ¿Qué es esto de "trabajos"? ¿Cuáles son
sus trabajos? ¿Qué debe recibir Don Quijote
a fuerza de todos sus trabajos? Agonía simple
y pura llena de congoja. ¿Por qué no
tiene recompensa, y acaso la pide, la busca; y si
la busca, en quién la busca? ¿Qué
premio merece Don Quijote a " fuerza de todos
sus trabajos"? ¿Y no es una declaración de
todos nosotros? ¿Qué es lo que nos toca a
nosotros de recompensa a fuerza de nuestro
trabajo? ¿No es aquí Don Quijote símbolo de toda
la humanidad? Buceando en el alma angustiada
de su prójimo, se sume en la máxima
angustia de sí mismo. Y más bien, en esa raíz de
vivir es en donde todos nos encontramos que en el anhelo de ilusorias ínsulas. Don Quijote
es una proyección de la vida de Miguel de Cervantes. Pues vivir para Cervantes
era penetrar en las últimas raíces del amor y
del dolor, es decir, en las ansiedades y en las angustias, sin las cuales no existe
efectivamente ni el amor, ni el penar, ni el vivir.
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Lo que nos parece menos cristiano es que la angustia absoluta, sin comunicación
ni salida posible lleve a la desesperación y
la muerte, sin buscar una razón
trascendente. Encerrado en sí mismo muere Anselmo,
"un necio e impertinente deseo le quitó la vida";
y Grisóstomo, que muere por un amor,
"lo cual no es ni cristiano ni ejemplar".
Don Quijote es quien triunfa, aunque al final muere de melancolía y tristeza.
Según J. L. Alborg, Don Quijote y Sancho Panza simbolizan toda actitud humana.
Ambos viven problemas trascendentes de la vida humana, con cierta finalidad total, lo que
nos lleva a preguntarnos: ¿cuál es la intención
de la novela? ¿Es la historia de un loco una
afirmación de fe? ¿Una exaltación del
idealismo español, nacido en la época medieval y
llevado al Renacimiento y al Barroco? ¿Es
una expresión de una España activa? ¿Salva
Cervantes las ilusiones de su juventud heroica o se ríe de nosotros los lectores? ¿Se burla
de nosotros Cervantes? ¿Es Cervantes
racionalista, católico, reaccionario, verbo de la
Contrarreforma? Su arte ¿es barroco o
renacentista? Angel del Río declara que la ley íntima
en esta novela consiste en una tensión
constante, o más bien, en un equilibrio mantenido
por el autor entre oposiciones: ser-parecer,
realidad-fantasía, locura-cordura,
drama-comedia, sublime-grotesco.
Estos contrarios andan por el mundo juntos e inseparables. Una característica
esencial en la novela es el integralismo: los
elementos más dispares y contrarios se juntan y no
se oponen. El mundo cervantino sólo
puede encontrarse como un TODO. Sancho Panza aporta a la novela una nueva
perspectiva, constituyendo una pluralidad de puntos
de vista que la conforman.
Leo Spitzer califica a esto de perspectivismo, pues declara que para Cervantes
los dialectos son simplemente distintos reflejos de la realidad. Así, en las declaraciones
"eso que a ti te parece bacía de barbero me
parece a mi el yelmo de Mambrino y a otros les parecerá otra cosa" y "... así que, Sancho,
deja ese caballo, o asno, o lo que tú quieres
que sea", Cervantes sitúa a Don Quijote entre
dos corrientes filosóficas de la época: la
racionalista y la barroca. Las dos eran
insuficientes para explicar la vida, la condición humana.
El autor intuye que la vida es más que
múltiples realidades, unas soñadas, otras
vividas, otras ilusorias; con anhelos vitales,
ilusiones, deseos e ideas, todo lo cual produce el
superperspectivismo y nuestro vivir consiste en
este juego entre los diferentes puntos de vista,
sin poder decir quién está loco o quién
cuerdo, llevándonos a la discusión perenne de qué
es la verdad.
Octavio Paz nos dice que los temas fundamentales de una novela pueden resumirse
en dos: las grandes esperanzas y las ilusiones perdidas. Entonces,
Don Quijote de la Mancha es la primera novela de la desilusión, es
la aventura de un loco maravilloso que recobra una triste razón.
Don Quijote, el loco, está loco no
sólo porque ha creído cuanto ha leído.
También está loco porque cree, como caballero
andante, que la justicia es su deber y que es
alcanzable. Entonces, nuestra conferencia se basa
en preguntarnos: Don Quijote de la Mancha: ¿locura o cordura? Les dejo este
pensamiento para que ustedes, mis queridos amigos,
lo averigüen ad infinitum.
*Conferencia dictada el 4 de octubre de 2001, en
el marco de la V Feria del Libro de Torreón.
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