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-¿Cuáles son las principales actividades
que desarrolla el AGN?
-El archivo tiene dos grandes vertientes: la primera apunta hacia adentro, hacia
su propio acervo y ahí nuestra intención no
sólo es la de levantar un inventario muy
definido y acucioso, sino también, avanzar en la
descripción de los fondos que nos faltan.
Este año estamos terminando lo que se
conoce como Argena, que es un disco compacto con todas las referencias de los archivos
coloniales y los archivos de los siglos XIX y XX, que
ya están clasificados y catalogados. El
próximo año saldrá una nueva versión del
Argena. También para el año entrante, y hacia
fines del sexenio, pretendemos lograr al cien por ciento la organización y descripción de
estos fondos de los siglos XIX y XX.
Independientemente de lo que es el acervo documental, tenemos una mapoteca
maravillosa de ocho mil testimonios
pictográficos coloniales, un centro de documentación
gráfica, varios archivos fotográficos privados,
entre los que destaca el de los hermanos Mayo, que cuenta con cerca de ocho millones
de negativos. Existen otros más pequeños,
pero igualmente importantes, sobre la vida cotidiana de nuestras provincias, de fotógrafos
extranjeros que recogieron esas imágenes en
sus viajes. Contamos con un taller de restauración en donde trabajamos la
documentación propia del archivo general y
brindamos toda clase de asesorías y entrenamiento
a quienes lo solicitan de los archivos de los estados, ya sea con cursos al interior del taller
o trasladándonos a las instituciones que
requieran ese servicio.
Por otro lado, hacia fuera tenemos el Sistema Nacional de Archivos que atiende
toda clase de asesorías y trabajos
coordinados; nuestro Archivo participa como parte
del equipo en los estados y los municipios, para
el rescate de los archivos tanto del
Ejecutivo como del Legislativo y del Judicial, así
como de los archivos municipales. Hemos involucrado a todos aquellos que nos quieran
ayudar. Tenemos a promotores culturales, a
jóvenes conscriptos del servicio militar,
investigadores e instituciones culturales que desean
colaborar y entre todos hacemos un gran equipo que atiende a los archivos municipales
en los estados que así lo solicitan. Ahora
estamos trabajando de esta manera en Oaxaca, Chiapas, Sinaloa, Baja California,
Campeche y Puebla, ahí se están atendiendo los
lugares más marginados, porque tanto en
Oaxaca como en Puebla los municipios de la sierra tienen difícil acceso por vías normales, y
con la finalidad de que esos archivos no se pierdan, estamos tratando de dar atención
de manera prioritaria a las áreas más alejadas
y marginadas.
-¿En qué condición cree que se encuentran
los archivos en el norte de México?
-Hace falta mucho trabajo. Si bien estos archivos se han trabajado en otra época,
tenemos altibajos, y en realidad no se ha podido dar continuidad ni revisión debido también
a los cambios que se han dado en el gobierno. Ahora estamos tratando de hacer un
proyecto en la frontera norte para rescatar los
archivos limítrofes o aquellos que, aunque no están
en la exacta línea fronteriza, han jugado
un papel importante. En Chihuahua entramos en contacto con la directora del
INAH y junto con ella, nosotros trabajaremos en el
levantamiento de un inventario y un registro de
los archivos de esa entidad. Por otra parte, tenemos fuerte relación con Tamaulipas,
porque sus autoridades están interesadas en
trabajar sus archivos. Los archivos municipales de Nuevo León son los que están en
mejores condiciones y allá el Archivo General
del Estado trabaja en conexión con sus
archivos municipales lo mismo que aquí en
Coahuila, donde están perfectamente organizados
por regiones, lo cual es un ejemplo a seguir.
-¿Qué importancia tienen las nuevas tecnologías para la difusión de los materiales
ya organizados?
-Son un valiosos instrumento: tener en discos compactos o en computadoras los
registros de los archivos ayuda a difundir los acervos a un mayor número de
personas. Coahuila es el estado con mayor adelanto
en ese sentido. Tiene todo recogido en estos medios electrónicos, ha publicado unos
veinte discos compactos de sus fondos y sus acervos históricos, y consideramos que hacia
allá debemos caminar. Pero eso requiere una
fuerte inversión económica con la que no
cuentan todos los archivos, si la tuvieran, creo
que sería una magnífica ayuda.
-Por último, ¿cómo percibe a los jóvenes de
hoy en torno al estudio de la historia?
-Yo siento que cuando a la juventud se le encamina y se le hace sentir el valor de
la historia, lo que representa el conocimiento histórico y se les sensibiliza para entrar
en contacto con los archivos, ellos son los mejores propagandistas de este trabajo. Y no
sé qué tienen los archivos, pero en el
momento en que se trabaja en ellos, ya difícilmente
se les deja. Los jóvenes son el futuro de
nuestras instituciones y convocarlos tiene que dar
excelentes resultados a futuro. Por ejemplo, los jóvenes de La Laguna que estuvieran
interesados en trabajar en el AGN, pueden
escribirnos y enseguida haríamos el contacto con
las instituciones de aquí; también pueden
dirigirse al Archivo de la UIA o a los archivos
Municipal o Estatal, ya que todos trabajan muy bien y siempre tienen la necesidad de
colaboración estudiantil. Todos los archivos
solicitan servicio social y está claro que los
jóvenes son una gran ayuda. A los que se
interesen por trabajar en archivos sólo se les pide
que, preferentemente, tengan un perfil que se incline hacia las ciencias sociales.
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