La cultura,
puente entre América Latina
y el Caribe

Luis Fernando Brehm Carstensen
 

  LUIS FERNANDO BREHM CARSTENSEN
Coordinador Nacional de Vinculación con Universidades e Institutos de Educación Superior de CONACULTA.

La cultura es la manera con la que el ser humano, la comunidad y la sociedad responden a las preguntas de la vida en el escenario del espíritu. En la medida en que la persona se eduque más, podrá responder mejor a estas preguntas. Por tanto, la educación se inscribe en la cultura: a fin de cuentas, nos educamos para la vida.
      Cultura, creatividad, presencia que se pasea por toda la interioridad del ser humano, alimenta el gusto, aviva el olfato, acaricia el tacto, armoniza el oído, ilumina la visión, encanta a la imaginación y descansa en la metafórica estancia del espíritu. Cultura, decir de lenguajes, de tiempo y movimiento, música y palabra, línea, color, vaivenes de cuerpos que flotan en los escenarios del teatro y de la danza. Imágenes que dicen y cantan de la vida, con caras rotas y también con rostros en las paces.
      Cultura, haceres, objetos, maravillas creadas desde las primeras alegrías de la historia hasta los tejidos del presente, para que el ser humano viva cada uno de sus días con respuestas de agrado a las preguntas que saltan por el camino.
      Artesanía, ornato, utensilio hecho belleza, lenguaje del espíritu del hombre, de la mujer, de cada comunidad. Cultura: puente entre América Latina y el Caribe, entre una persona y otra, una necesidad y un bien del espíritu construido con la solidez del tiempo y desde seres humanos y proyectos­realidades; con apuntalamientos y con ampliación del camino, y antiguos y nuevos abanicos de invitaciones para cruzar ese puente.
      Con los ojos fijos en este puente entre América Latina y el Caribe, vemos ir y venir, de una a otra orilla, y siempre con signos de tiempo y fantasía, a mujeres y a hombres, creadores de lenguaje de arte plástico, de eufonías, de danza, de teatro, de objetos para el asombro y la vida cotidiana. Contemplamos a seres de palabras que inventan historias, cuentan realidades y sueños vueltos literatura, novela, poesía.
      ¡Tantas son las sorpresas, la frescura de las impresiones, que pronto entramos en el escenario de los agrados personales y también en el de los olvidos! Hoy podemos detenernos en el tiempo -y desde mi ser, y sin duda del de muchos mexicanos-, recoger algunas de las imágenes muy queridas por nosotros, que tanto debemos a cada uno de nuestros países de América Latina y el Caribe en el diseño de nuestro espíritu, gracias a la presencia del arte, la sensibilidad y el afecto de sus personas y comunidades, de la poesía.

 

 

   

      Jugando con los azares para una escritura, Borges nos permite ubicarnos en el mirador de la subjetividad y encontrarnos con la tranquilidad para hilvanar tejidos de pequeñas palabras que señalen, desde la arbitrariedad, presencias que tocan el espíritu, desde un "Epílogo":

      Un hombre se propone la tarea de dibujar el mun-
      do. A lo largo de los años puebla un espacio con
      imágenes de provincia, de reinos, de montañas, de
      bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones,
      de instrumentos, de astros, de caballos y de perso-
      nas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente
      laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
1

      Al hablar de América Latina, con fonemas de amor y libertad, Simón Bolívar dice:

      Nosotros somos un pequeño género humano;
      poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados
      mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias,
      aunque, en cierto modo, viejo en los usos de la
      sociedad civil.
2

      América Latina y el Caribe: una pluralidad cultural que se teje en la unidad, de una plurifonía a una armonía en el pentagrama, siempre en la "búsqueda de nuestra expresión", como pedía Pero Henríquez Ureña, la cual hemos atrapado y seguimos creando. América Latina y el Caribe, realidad de lenguajes pretéritos que se simbiotizan en la historia y aparecen en el presente como unidad perfecta (europea, africana, indígena...), siempre con sentido de futuro.
      Al escuchar los sonidos de un caracol poético -que siempre tiene forma de corazón, como quiere Rubén Darío-, percibimos la presencia de Europa (princesa, satélite, continente) en América:

      En la playa he encontrado un caracol de oro
      macizo y recamado de las perlas más finas;
      Europa le ha tocado con sus manos divinas
      cuando cruzó las ondas sobre el celeste tesoro.
3

      El soneto es un monumento perfecto de absoluta simetría verbal, en donde se plasma el mejor de los modernismos. El simbolismo, el parasianismo, los mitos griegos, nos llegan con el oleaje, y también con Cardona Peña, en una "Lectura de Virgilio" desde Costa Rica:

      ...la voz de Eneas, que traía
      el viento y la aspereza de los mares,
      a los dioses amantes
      himnos y corazones encendía.
4

 

 

   

      Con la cultura grecolatina, llegan a Latinoamérica y el Caribe múltiples formas preexistentes como el soneto, la lira y el romance, que entra por todas partes y se vuelve copla llanera, corrido, canción... La música, la danza, los vaivenes del ritmo con los que nos educan en la sensibilidad, signos de encantamiento de culturas africanas, engendran riquezas de pentagramas entre la samba y la rumba, la cumbia y el reggae, los spirituals, los labor songs, el blues, el jazz, notas y composiciones para nuestro recreo; creaciones, juegos y flores de palabras, jitanjáforas, poemas de color y alegría como los de Nicolás Guillen:

      Sóngoro, cosongo,
      songo bé;
      sóngoro, cosongo;
      de mamey
      sóngoro, la negra
      baila bien;
      sóngoro de uno,
      sóngoro de tré.
5

      Con la música ya en la palabra, con la virginidad del trópico, la sensualidad de la tierra caliente de las Antillas y el Caribe, son recogidas y cantadas por Emilio Ballagas, ya con fruta sabrosa y colorida:

      ¡Qué me cierren los ojos con uvas!
      [...]
      ¡Qué me envuelva un incendio de manzanas
      y un claro rumor de dátil y azúcar!
6

      Ya como imagen marinera de ola y espuma:

      Por la calle va el pregón
      como un pañuelo de espumas.
      Como una ola de sabores.
7

      Dentro de esta poesía, escrita para cantar, se escucha la voz de Linton Kewesi Johnson, desde la intimidad jamaiquina:

      Ahora nosotros venimos a recrear
      el paisaje, los sonidos y el sentido

      a la medida del sentimiento
      de CORAZONES NEGROS.8

 

 

      Otra de las maravillas históricas que nos hace ser una rica simbiosis, una singular presencia, es la de las culturas prehispánicas, que ya eran, cuando Europa vino a conocer a América Latina y el Caribe. Con la poesía lírica azteca se nos plantea la necesidad de que nuestra vida tenga sentido:

      ¿Qué hará mi corazón?
      ¿Acaso sólo en vano vino a la tierra? [...]

      ¿Nada dejaré en la tierra
      cuando me haya ido?
      Al menos flores, al menos cantos.
      ¿Qué hará mi corazón?
      ¿Acaso sólo vino a la tierra en vano?

      Nuestros primeros habitantes de la tierra latinoamericana y caribeña tenían un profundo cariño por la poesía, con ella, por ella misma, se ofrece una axiología que está en todo:

      La poesía oculta sin palabras canta.
      Es la flor del cactus, si la ven las flechas
      la flor del amatle, si la ven los ciegos
      y la flor abstracta, si la ven los ceros [...]
      ¿Quieres más poesía, Cazador del Aire?
      La de los sonidos en el viento canta.
      Pirotecnia alada de periquerías...
      Algaradas, gritos, chillidos y pausas
      De asombros... Silencios también resonantes
      Y palabrería de ranas y monos...
10

      Pluralidad de culturas en una nueva realidad cultural, la de América Latina y el Caribe, caminando hacia la unidad que tanto anhelaba Martí, la de la igualdad de los seres humanos, rechazando, como anotaba, "diferencias de detalles", social, racial y político.
      La poesía: un signo, la presencia de una ausencia, sólo un enunciado; la palabra que nos pide el vacío de nuestro ruidos interiores para disponernos a recibirla; lenguaje, lengua, transformación del yo creador y receptor; difícil de atrapar, como expresa el hondureño Livio Ramírez:

      Palabra
      no me traiciones
      no te rompas a mitad del vuelo.
11

      La poesía recorre las avenidas de los siglos y circula sin que nadie le haga la parada. Por eso le duele al brasileño Haroldo de Campos la actualidad:

      Poesía pues sí
      poesía
      te detestan
      lumpenproletaria
      voluptuaria
      falsaria
      elitista piraña de la basura
      porque no tienes mensaje...
12

      Sin embargo, Borges siempre entra al escenario de la vida con tino, y nos señala que a pesar de que la ignoren, la palabra -diríamos, la poesía- es necesaria, porque sin ella nada se nombra:
      Todas las cosas son palabras del
      idioma en que Alguien o Algo, noche y día,
      escriben esa infinita algarabía
      que es la historia del mundo.
13

      Es tan indispensable la palabra, que no sirve sólo para la expresión y la comunicación, para nombrar: "La palabra -escribe Octavio Paz- no sólo dice al mundo, sino que lo funde y lo cambia."14 El poeta crea nombrando. El hombre necesita la palabra para hablar del silencio, como "la voz de Adán aquella tarde -canta Rafael Moya- cuando fue creado el paraíso."15
      América Latina y el Caribe cantan con exuberantes lenguajes de marina y de pradera, de bosques y montañas, las bellezas de la naturaleza. Todo nuestro ser queda en la estancia de los silencios y las paces, ante el paisaje que encanta nuestras miradas. Después se detienen con ojos y oídos atentos para templarse con la flor que nos hace florecer en el poema de Vicente Huidobro: "La margarita es un/ armario de probables sonidos."
      El poeta traduce los lenguajes de la vida en palabras, y cuando los seres no le dicen, él mismo refleja la inquietud y pide al canto, al pájaro, al follaje, como nos lo muestra el colombiano Guillermo Martínez:

      No me ocultes tu canto
      pequeño pájaro de cola blanca
      escondido entre las hojas.
16

      Inmerso el poeta en la naturaleza, se identifica con ella, le otorga a las aves cualidades que no tienen, para expresar en el poema su estado anímico, como lo hace el panameño Ricardo Miró:

      Las garzas se enamoran...
      son lo que huye
      lo intocado que vuela y se evapora.
17

      Con el poeta siempre aprendemos a ver los detalles significativos, a caminar con la imaginación por compañera y a decir con sencillez lo que ocurre a nuestros sentidos, como lo canta el salvadoreño Alfredo Espino:

      ...un pajarito de la montaña ha hecho,
      en el hueco de un árbol, su nido matinal,
      ...el árbol amanece con música en el pecho,
      como ...si tuviera corazón musical.
18

 

 

   

      Guiados por la poesía, nos internamos en senderos cubiertos por verdes de infinito y murmullos de río, y evocamos con gustos estrenados, presencias de solos de flauta y enseñanzas guaraníes, para saborear la vida. Imágenes de palabras como pinceles nos dejan ver un vuelo de flamencos y de loros, desde signos pasados que aún tienen frescura con el paraguayo Eloy Fariña:

      La remota bandada avanza[...]
      rumbo a los horizontes de oriente
      [...]
      con el ritmo acordado de una orquesta.
      [...] los loros
      manchan de verde la región
      llena de errantes pájaros canoros
      [...] y se pierde [...]
      en la diafanidad azul del cielo.
19

      De los pasajes de sueños que se tornan flores y frutos redondos, el ecuatoriano Jorge Carrera Andrade, siempre en la intimidad y con juegos de trascendencia, nos enseña -porque nos pone entre los signos- a sacarle jugo a una manzana:

      Un recuerdo del paraíso
      es la manzana en nuestras manos.
      Cielo minúsculo: en su torso
      un ángel de olor está volando.
20

      De este paraíso natural que es América Latina y el Caribe, el hombre y la mujer son el mayor atractivo, los seres más importantes de la creación que ellos mismos nos dan, como poetas, en líneas de armonía, de ese vivir cotidiano y dolorido del campesino sin letras. Así lo descubre el dominicano Fernández Spencer:

      Un día llegan los hombres
      sobre la tierra callada,
      caminan sobre sus penas
      sin saber qué los amarga.
21

      Pero Julio Herrera y Reissig, el clásico uruguayo, pinta una típica escena campirana que sigue habitando entre los pasados y el presente, un sabor de tradición, que es juego, faena, fiesta, dejo de tristeza y gozo:

      La tarde paga en oro divino las faenas...
      se ven limpias mujeres vestidas de percales,
      trenzando sus cabellos con tilos y azucenas,
      o haciendo sus labores de aguja en los umbrales.
22

      Mirando con ojos largos por entre las rendijas del tiempo, escuchamos y vemos de folklore antiguo y siempre estrenado, "La pelea de gallos," fiesta para muchos de nuestros habitantes de América Latina y el Caribe, que viajan de feria en feria, como lo plasma Andrés Bello desde hace más de dos siglos:

      Una mañana de Pascua
      del Guayabal a la Ceiba,
      no quedó un aficionado
      que a las Mangas no corriera
      a presenciar de los gallos
      las celebradas peleas.
23

 

 

   

      Estas miradas del poeta sobre el ser humano y sus quehaceres no dejan de ser presencias que observan desde el exterior. El poeta ha dicho lo que le dicen los lenguajes, pero, de pronto, se vuelven hacia sí mismo, y empieza a decir desde su yo poético lo que le afecta. Así nos expresa el amor y el desamor, el sí y el no de sus gozos y entrega lo íntimo de su ser, en variedad de tonos y matices, ritmos y corriente poética. El amor es, a veces, un "viaje inútil" como lo siente la boliviana Yolanda Bedregal:

      Estoy [...]
      en viaje de retorno
      hacia aquella palabra sin orillas
      que es el mar de mí misma y de tu olvido.
24

      La emoción que se hace palabra, siempre aquieta el espíritu, sea de agrado o de malestar. Al decir el poeta en el poema, o tal vez, como decía Octavio Paz, porque "el poema nos dice", el lector se sintoniza con los signos del afecto y siente que algo cambia en él, así el argentino Juan Gelman, toca nuestra interioridad:

      Niño, tus cuatro letras de ternura
      viven en mí.
      Niño, seguramente naces cuando
      el mar dice que sí.
25

      Para el cubano Ángel Augier, hombre de afectos y de saberes, de paz y de silencio, como su poesía, el poema es un encuentro de palabras, en donde la vida permite sonreír al hombre entero y encontrar siempre una salida desde la propia expresión:

      Le pediré a la vida que se ponga contenta
      y me mire con ojos que jamás haya usado.
      A mi angustia de siempre la besaré en la frente
      y le diré, riendo: "¡Anda vete a jugar!"
      Nada le diré al sueño para no despertarlo.
26

      En América Latina y el Caribe, aunque estamos con frecuencia acostumbrados a ver circunstancias maravillosas en la realidad, no deja de sorprendernos y admirarnos la aparición de la magia y de los milagros, sobre todo cuando, gracias al amor, todo se vuelve gozo, sin que se pueda explicar el porqué de la ocurrencia del amor, como nos lo muestra la escritora haitiana Micheline Dusseck, en muy agradable prosa poética:

      Abrió la puerta y le alcanzó en plena cara el perfu-
      me inconfundible de amor: olor a olas de mar y al
      azul del cielo, olor a esperanza, a promesas, a frases
      susurradas [...] Probó la sal en la cocina y le supo
      dulce. Cortó un limón y lo exprimió en su boca,
      y de la fruta salió un jugo suave y dulce como la
      miel.
27

      ¡Ojalá que todo en la vida fuera amor y risa abierta! Al hombre y a la mujer también les duele el viento y la lluvia, los abate la rutina, con la etiqueta de la inutilidad, de esa sensación quiere salir el yo, de ella queremos separarnos, como señala Pablo Neruda en "Walking around":

      No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
      vacilante, extendido, titiritando de sueño,
      hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra
      absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
28

      De los sentimientos del yo, el que a veces aparece desde temprano es el de la soledad. Nosotros sabemos de ella, porque ya ha estado entre nosotros, o porque nos está esperando en alguna parte del camnino. La soledad de pronto es apetecible, de repente rechazable. Ni buena, ni mala: pero hay que saber qué hacer con ella, y cambiarle la cara cuando no viene de buenas. Múltiples rostros de ella canta el poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, y nos la presenta como si se refiriera a un tú concreto:

      Yo recuerdo tu descanso de lluvia
      cayendo sobre el mar.
      Tu afán de hiedra fiel
      y niña amada nuevamente.
      Yo recuerdo tus duelos pensativos,
      tu gozo doloroso y tu arrobo yacente
      en mi corazón y en los luceros.
29

      Sin duda, la simbiosis perfecta del dolor y el amor generada por los grandes males de nuestro mundo -el odio, la ira, la guerra-, aparecen en César Vallejo, que nos pasea por las profundidades del alma, mostrándonos el infinito poder del amor que produce la resurrección:

      Al fin de la batalla,
      y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
      y le dijo: "¡no te mueras, te amo tanto!"
      pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.

      Se le acercaron dos y repitiéronle:
      "¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
      pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.

      Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
      clamando: "Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
      pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.

      Lo rodearon millones de individuos
      con un ruego común "¡Quédate hermano!"
      pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.

      Entonces, todos los hombres de la tierra
      lo rodearon: los vio el cadáver triste, emocionado;
      incorporóse lentamente,
      abrazó al primer hombre; echóse a andar.
30

      Con los ojos fijos en este puente de la cultura entre América Latina y el Caribe, hemos también escuchado algunos signos de poesía que vienen de cada uno de nuestros países y tocan nuestra sensibilidad, desde el remoto pasado de la poesía precolombina, hasta el presente.
      Este tejido de signos tomados al azar sólo ha tocado las orillas de la poesía, sin ignorar por ello a nuestra gran novela latinoamericana y caribeña, el boom, los premios Nobel, nuestros pintores de eternidades, ¡y en la tierra!, la riqueza de los bailes, la música y nuestros grupos teatrales.
      En esté rápido y ecléctico recorrido por la diacronía literaria, hay un deseo constante de agradecimiento hacia cada uno de los artistas de todos los países de América Latina y el Caribe, porque como lo pueden percibir, sus cantos poéticos tocan nuestras interioridades y nos cambian.
      En América Latina y el Caribe tenemos que apostar por la cultura, porque somos potencias mundiales, no en la economía ni en la modernización tecnológica, sino en las disciplinas artísticas, en la creación artesanal, en las maravillas de nuestras presencias en la historia: la arqueología, los colores de los objetos, de las culturas populares y los sabores del instante, desde los edificios del pasado y el virreinato, hasta las edificaciones apenas estrenadas.
      Tenemos que apostar por el organizado, constante y recíproco intercambio de bienes y servicios culturales, con nuestros artistas e industrias culturales, tejidas de pasados y presentes, para ofrecer en los escenarios del espíritu, una más de vida a nuestros hermanos de América Latina y el Caribe.
      Nos necesitamos los unos a los otros, necesitamos fortalecer el puente de la cultura entre América Latina y el Caribe, para crecer en la fe en nosotros mismos. Nunca dudemos de los lazos y el afecto que nos unen, con tanta historia que juntos hemos tejido y tanto futuro en el que podemos crear para asombro de todo el mundo. Sólo hay que hacer lo sabemos hacer, con sencillez y humildad, creer en nosotros, querernos, esa es nuestra vocación, que podemos recordar siempre a través de un "Ejemplo" de Octavio Paz:

      La mariposa volaba entre los autos
      Marie José me dijo: ha de ser Chuang tzu
      de paso por Nueva York,
      pero la mariposa
      no sabía que era una mariposa
      que soñaba ser Chuang tzu
      o Chuang tzu
      que soñaba ser mariposa.

      La mariposa no dudaba:
      volaba.
31

1 Brehm Luis Fernando, Del humanismo y la palabra, CONACULTA, México, 1997, p.21.
2 Fernández M. César, América Latina en su literatura, Siglo XXI, México, 1972, p. 73.
3 Brehm Luis Fernando, Entre signos, Paradigma, México, 1992, p. 118.
4 Caillet-Bois Julio, Antología de la poesía hispanoamericana, Aguilar, Madrid, 1995, p. 1948.
5 Mansour Mónica, La poesía negrista, Era, México, 1973, p. 165.
6 Ibid, p. 175.
7 Ibid, p. 176.
8 Internet.
9 Fernández César, o. c., p. 60.
10 Del humanismo y la palabra, p. 230.
11 Bocanegra Jorge, La novísima poesía latinoamericana, Editores Mexicanos Unidos, México, 1980, p. 164.
12 De Campos Haroldo, Tansideraciones, Manuel Ulacia y Eduardo Milán (trad.), CONACULTA, 1999, p. 125.
13 Yurkievich Saúl, Fundadores de la nueva poesía latinoamericana, Barral Editores, México, 1971, p. 127.
14 Del humanismo y la palabra, p. 219.
15 Yurkievich Saúl, o. c., p. 55.
16 Echeverría Rogelio, Antología de la poesía colombiana, Ministerio de Cultura/El Ancora Editores, Bogotá, Colombia, 1997, p. 609.
17 Caillet­Bois Julio, o. c., p. 1213.
18 Internet.
19 Caillet­Bois Julio, o. c., p. 1215.
20 Lamothe Louis, Los mayores poetas latinoamericanos de 1850 a 1950, B. Costa­Amic Editor, México, 1959, p. 263.
21 Caillet­Bois Julio, o. c., p. 1806.
22 Ibid, p. 947.
23 Ibid, p. 132.
24 Ibid, p. 1740.
25 Yanover Héctor, Antología consultada de la joven poesía argentina, Fabril Editora, Buenos Aires, 1968, p. 57.
26 Caillet­Bois Julio, o. c., p. 1662.
27 Internet.
28 Pablo Neruda, Residencia en la tierra, Brugera, Barcelona, 1980, p. 97.
29 Caillet-Bois Julio, o .c., p. 1411.
30 Vallejo César, Obra poética, CONACULTA, México, 1989, p. 475.
31 Del humanismo y la palabra, p. 17.