e  d  i  t  o  r  i  a  l 

Acequias entra a su quinto año de trabajo con fortalecido optimismo, pues cada vez es más amplia su difusión y cada vez son más numerosos sus lectores. Además, si en sus primeras salidas la cantidad de textos disponibles apenas lograba llenar las páginas de la revista, ahora es nutrido el conjunto de colaboradores que ejemplar tras ejemplar buscan espacio y desean para sus palabras la catapulta de este medio.
      Haber sostenido el ritmo trimestral, haber aumentado el número de páginas de manera ostensible y haber alcanzado una cobertura geográfica ya significativa, motivó hace tres años la creación del concurso de ensayo Agustín de Espinoza, s.j., un certamen que desde sus dos primeras emisiones estimuló la crítica y trajo valiosas colaboraciones para Acequias, como podemos atestiguar en los ejemplares recién pasados. Eso mismo se espera para la tercera convocatoria —todavía abierta— cuyo tema se perfila en la pregunta "żEs posible la identidad regional dentro de la globalización?".
      Junto con eso, desde la plataforma de Acequias fue convocado el certamen Ser hombres y mujeres para los demás con el tema "Pensamiento, vida y obra del padre Arrupe, s.j.", cuyos ganadores fueron Jandir Damo, de la Universidad Do Vale Do Rios dos Sinos de Brasil, quien participó con el ensayo "Pedro Arrupe, s.j., un conquistador de almas del siglo xx" y Delfina Moreno, maestra de la UIA Laguna, con el ensayo "Padre Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús y la inspiración trinitaria del carisma ignaciano".
      Esta diversidad de nombres y de opiniones habla por sí sola de lo que Acequias ha querido promover desde su inicio: rebasar las fronteras de la Comarca Lagunera, abrirse al mundo, proponer una visión que permita mirar a todas partes con el único interés de entablar diálogos con aquellos que todavía crean en la justicia, en la libertad, en la tolerancia y en el papel y la palabra como vehículos que hermanan y enaltecen.
      Ahora que la globalidad suele ser cuestionada por los estragos que causa a la mayoría de los habitantes del planeta, no está de más recordar que puede haber, y de hecho hay, otra globalidad acaso más silenciosa pero no menos legítima, aquella que se fomenta para edificar un mundo donde todos podamos vivir y pensar imbuidos por el respeto al semejante, al otro. Acequias así lo cree y arranca su quinto año de trabajo bajo la clara sombra de ese imperativo.


Jaime Muñoz Vargas