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"VINO EL PATRÓN
Y NOS DEJÓ SU NIÑO": LA PRÁCTICA DOCENTE COMO REPRODUCCIÓN
DE MODELOS ¿HUMANOS?
Kindergarten
Vino el patrón y nos dejó su niño
casi tres horas nos dejó su niño.
Indefenso, sonriente, millonario,
Un angelito gordo y sin palabras.
Lo sentamos allí frente a la máquina
Y él se puso a romper su patrimonio.
Como un experto desgarró la cinta
Y le gustaron efes y paréntesis.
Nosotros, satisfechos como tías,
Lo dejamos hacer. Después de todo,
Sólo dice "papá". El año que viene
dirá estadespedido y noseaidiota.
(Mario Benedetti)
La escuela y los maestros no son totalmente responsables de ir caminando
hacia esta docencia contra el desarrollo humano. El mundo en que nos ha
tocado vivir empuja al sistema educativo hacia estas exigencias de cantidad,
velocidad e impacto, que impiden muchas veces la calidad la profundidad
y el sentido de la educación que reciben concretamente los niños
y los jóvenes.
Como bien han estudiado algunos sociólogos de la educación
(Cfr. Bordieu y Passeron,1977) cada sociedad y más concretamente,
los grupos dominantes de cada sociedad, van imponiendo sus intereses y
sus significados al sistema educativo que cumple una función de
reproducción del status quo. La escuela tiene como función
reproducir las estructuras sociales vigentes y por tanto, los modelos de
hombre y sociedad que están legitimados en cada momento histórico.
Por eso, el "patrón" deja a su hijo en la escuela para que la escuela
lo deje hacer y le enseñe a decir "estadespedido y noseaidiota"
mientras que el empleado, el subordinado, deja a su hijo en
otra escuela para que aprenda a decir "siseñor y comousteddiga".
Desde esta perspectiva se puede decir que la práctica docente
que aquí se ha llamado contraria al desarrollo humano está
cumpliendo con su misión de desarrollar al ser humano, a un tipo
concreto y exigido de ser humano que corresponde al modelo de ser humano
vigente. ¿Entonces, dónde está el problema?
El problema está en que la educación no puede conformarse
con el papel de maquiladora de piezas para la maquinaria del mercado
global. Este es el papel que parecen querer asignarle muchos, pero cabría
preguntarse ¿es este modelo de ser humano, realmente humano? ¿Debe
la educación conformarse con adaptar al educando al mundo o debe
luchar por ir adaptando al mundo para que sea más propicio para
la humanización? ¿La educación forma para la realidad
tal como es o debería buscar la formación para el mundo que
quisiéramos construir? En última instancia: ¿existe
un modelo de ser humano conforme al cual educar? ¿Es este único
modelo el que hoy está vigente? ¿Por qué?
Desde el mismo mundo de la educación ha habido respuestas contundentes.
Freire (1982) hizo toda una obra pedagógica y vivió toda
una vida de compromiso contra esta idea de la educación como reproductora
de la sociedad vigente. La dimensión emancipatoria y la función
liberadora de la educación que debe luchar por un mundo más
justo, es una constante en su obra. Para ello, el educador debe desarrollar
su capacidad de indignación y su esperanza, su fe en el ser humano
que no puede ser capturado en un modelo único.
Giroux y Mc. Claren (1992) descubren que además de o a pesar
de la dimensión reproductora de la educación, existe una
dimensión de resistencia que se desarrolla en el aula y en la escuela
cuando se trata de trabajar por la transformación de la sociedad.
La función reproductora
de la escuela no es un destino del que no se pueda escapar. Diríamos
hoy, con una visión de complejidad que la educación reproduce
y transforma y que el reto de los educadores es propiciar que existan mayores
probabilidades de transformación que de reproducción a partir
de la generación de conciencia sobre las propias posibilidades de
cambio de cada educando y las posibilidades y necesidades de cambio social.
Por otra parte, hoy en día ya es casi nula la visión de
que exista un modelo de ser humano de acuerdo al cual se tenga que formar
a todos los educandos. La idea de que cada sujeto tiene que irse construyendo,
que parte de la visión del ser humano como un ser inacabado (Fullat,
1992), es cada vez más aceptada.
LA COSECHA DE LO HUMANO NUNCA SE ACABA: EL DINAMISMO HUMANIZANTE
Y LA AUTENTICIDAD
Esta dialéctica reproduccióntransformación
que está presente en la educación y es fruto de la tensión
entre herencia y descubrimiento que señala Crowe (1985), es un reto
permanente que se deriva precisamente de que el ser humano es un sujeto
en permanente autoconstrucción individual y colectiva. Cada sujeto
humano se va autoconstruyendo a lo largo de su vida sin que exista un modelo
al cual ceñirse, pero el sujeto colectivo humanidad se va autoconstruyendo
a lo largo de la historia, "en el instante de su ser que es todo el tiempo"
(Lonergan, 1999).
La cosecha de lo humano nunca se acaba y la tarea de sembrar, cultivar
y cuidar el desarrollo de la planta es, sin duda, del educador. La educación
es entonces un reto permanente, no por producir seres humanos de acuerdo
a un modelo, sino por reflexionar constantemente sobre las exigencias
de humanización y su concreción histórica y por planificar
y actuar para facilitar que los educandos descubran y actualicen
estas exigencias de humanización que operan en su propio dinamismo.
EL DEBER DE SER HUMANOS
Ser humano es también un deber.
(Graham Greene)
Nacemos humanos pero no podemos decir nunca que ya somos plenamente humanos,
caminamos permanentemente en un proceso de humanización que es una
tarea que no se puede realizar en soledad.
"Ser humano es también un deber", un deber y un reto permanente
por ir actualizando, diferenciando, integrando y asimilando la propia
humanidad a partir de la humanidad que nos es dada por los demás
dentro de la realidad concreta.
¿En qué consiste ese deber de humanizarnos? ¿Dónde
está la clave para ir cumpliendo este deber? Este deber de humanización
consiste en ir progresivamente desplegando la estructura dinámica
de operaciones conscientes e intencionales que constituyen nuestra búsqueda.
Esta estructura se va desplegando a partir de nuestra actividad biológica
y tiene que ir diferenciando e integrando distintos tipos de operaciones:
- Las operaciones primordiales en las que se enfoca el desarrollo
humano en sus primeras etapas, que son las operaciones empíricas
relacionadas con nuestros sentidos y capacidad interior de percibir y guardar
información de la experiencia: ver, oír, oler, tocar, saborear,
sentir (sensaciones físicas, sentimientos) y recordar.
- Las operaciones que tienen que ver con el deseo de entender
qué nos mueve a relacionarnos con la realidad que nos impacta sensorialmente,
de una manera cualitativamente distinta: a partir de preguntar (¿qué
es?, ¿cómo es?, ¿para qué sirve?, etcétera),
pasando por la imaginación, hasta el acto misterioso y preconceptual de
la comprensión y posteriormente, la concepción de la idea
(construcción de un concepto) y la formulación de esta comprensión
en lenguajes diversos.
- Las operaciones que manifiestan este deseo humano de afirmar
la realidad, de estar plenamente en la realidad, más allá
de las percepciones o intelecciones: preguntar para la reflexión
(¿de verdad es así?, ¿esto es realmente como lo entendí?),
reunir pruebas, sopesarlas, juzgar y afirmar la verdad de las cosas.
- Finalmente (o inicialmente), el nivel de las operaciones que
tienen relación con la búsqueda de un sentido para la existencia,
la dimensión o el mundo de los valores, las decisiones y acciones;
preguntar para la deliberación: deliberar, valorar, decidir, actuar.
Cada uno de estos niveles de operaciones forma parte indivisible del flujo unitario
del dinamismo humanizante, de manera que el desarrollo humano, implica
desarrollo en todos estos niveles de acuerdo a su propia especificidad.
En cada uno de ellos emerge el sujeto en diferente perspectiva: el sujeto
empírico, el sujeto inteligente, el sujeto conocedor, el sujeto
existencial. Cada uno de estos niveles tiene un precepto o exigencia básica
de autenticidad: en el nivel empírico, la atención; en el
de la comprensión, la inteligencia; en el del conocimiento, el
raciocinio; en el existencial, la responsabilidad libre o la libertad responsable.
De manera que un sujeto auténtico es atento, inteligente, razonable
y responsablemente libre. La única clave para cumplir el deber
de humanización está en ir descubriendo y actuando conforme
a estas exigencias de autenticidad impresas en la propia actividad consciente
intencional humana que está en permanente desarrollo y autoestructuración.
"DIOS CREÓ EL MUNDO": LA HUMANIZACIÓN NO ES PERFECCIÓN
Geografía
Con estos cubos de colores
yo puedo construir un altar y una casa,
y una torre y un túnel,
y puedo derribarlos.
Pero en la escuela
Querrán que yo haga un mapa con un lápiz,
Querrán que yo trace el mundo
Y el mundo me da miedo.
Dios creó el mundo,
Yo sólo puedo
Construir un altar y una casa.
(Salvador Novo)
Es importante señalar que esta visión del sujeto humano individual
y colectivo parte de una idea central sobre lo humano: la idea de imperfección. El desarrollo
humano es un impulso hacia la permanente humanización que siempre
es limitada y parcial. Así como no existe un modelo ideal de ser
humano al cual irse acercando, tampoco hay una realidad humana perfecta
o ideal, ser humano es un continuo ya y todavía no. De manera que
desarrollo humano no es perfeccionamiento humano. La perfección
limita, cierra e incluso, llega a frustrar y producir sufrimiento.
El primer dato que tiene el ser humano en su propia experiencia vital
es el del límite; somos seres limitados y eso se manifiesta en cada
sensación, en cada intelección e idea, en cada juicio, valoración
o decisión. Tenemos el deseo de experimentar, entender, conocer, elegir y vivir todo respecto a todo. Sin embargo, tenemos acceso a un
campo limitado de experiencias, podemos entender un cierto grado de cosas
, conocemos siempre parcial y provisionalmente, elegimos y vivimos siempre
en el límite. El límite nos lleva a ser conscientes de nuestra
indigencia y ésta tiene como salida la comunicación, la vida
en común, la búsqueda sana y sensata de humanización,
nunca la idea de perfección (Peter, 1998). El dinamismo humanizante es, por tanto, un dinamismo siempre en construcción,
siempre limitado y parcial; un dinamismo que se bloquea muchas veces por
limitaciones biológicas o fisiológicas, por prejuicios psicológicos
o individuales, grupales o de clase, es decir, por prejuicios generales.
La materia con la que trabaja cada ser humano para su propio autodesarrollo
está en permanente redefinición y reconstrucción.
"LA PRINCIPAL ASIGNATURA": SER HUMANO ES ALGO QUE SE APRENDE
La principal asignatura que se enseñan los hombres
unos a otros es en qué consiste ser hombre.
(Fernando Savater)
Nuestra indigencia nos hace necesitar de los demás. Para no cesar,
para seguir viviendo y para que nuestro deseo de vivir se vaya realizando humanamente, necesitamos siempre de otros.
Se nace humano, pero sólo potencialmente humano, estructuralmente
humano. Sin embargo, la tarea de cada sujeto individual para irse haciendo
humano es imposible sin la ayuda de otros, así como la tarea de
humanización del sujeto humanidad es impensable sin la cooperación
de todos los seres humanos que han sido, que están siendo y que
serán.
La humanidad se nos regala, nos es dada en principio por otros, tanto
en el nivel biológico como en el psicológico y social. Para
nacer como miembros de la especie necesitamos que otros nos den la vida,
para ir naciendo como individuos y como parte de una sociedad también
necesitamos que otros nos vayan engendrando.
A ser humano se aprende, siempre con limitaciones, bloqueos y prejuicios,
porque se aprende de otros seres humanos que son imperfectos, que están
llenos de prejuicios y en proceso permanente de desarrollo al igual que
nosotros. Sin embargo, no hay otra forma de aprenderlo. A ser humano se
aprende de otros seres humanos.
Este es el reto educativo básico, la razón de ser de la
educación y el único sentido válido para que siga
existiendo: la educación es la intervención planificada e
intencionada que persigue -o debería perseguir que cada nuevo miembro
de la sociedad humana vaya aprendiendo- en qué consiste ser humano,
vaya descubriendo y diferenciando las distintas operaciones y niveles
de su propia estruc-tura humana y encontrando el sentido de su aplicación
concreta en una realidad determinada.
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TODO LO APRENDÍ EN EL KINDER: PRÁCTICA DOCENTE Y DESARROLLO
HUMANO
Todo lo que realmente he necesitado saber sobre cómo vivir, qué
hacer y cómo ser, lo aprendí en el kinder.
Mi sabiduría
no la obtuve en la cima de los años universitarios al recibir mi
diploma de graduación, sino en mi mesita del kinder cuando moldeaba
plastilina.
Esto es lo que aprendí:
- Compartir todo, jugar limpio, no pegarle a los demás.
- Poner las cosas en su lugar. Recoger mi tiradero. No tomar cosas ajenas.
- Decir "lo siento", cuando es necesario.
- Lavarme las manos antes de comer. Jalar la cadena al salir del baño. Comer galletas con leche fría de vez en cuando.
- Vivir de manera balanceada: aprender, pensar, dibujar, cantar, pintar, bailar, jugar y trabajar un poco cada día. Descansar un rato en la tarde.
- Observar el semáforo al salir al mundo de afuera. No soltarme de la mano ni separarme...
- Los peces, los hamsters, el ratón blanco y aún el frijolito, todo muere. Todos mueren, nosotros también.
...Hoy puedo tomar cualquiera de estos temas y traducirlo a los sofisticados
términos de los adultos y aplicarlo a mi vida familiar, a mi trabajo,
a mi gobierno y al mundo e integrar todo con verdad, claridad y firmeza.
El mundo sería mejor si nosotros, el planeta entero, tuviéramos
galletas y leche al atardecer y pudiéramos descansar entre sábanas
limpias. Sería mejor si todos los gobiernos fueran corteses, regresaran
siempre las cosas a su lugar y limpiaran el desorden.
No importa qué tan viejo seas. Cuando salgas al mundo afuera,
es bueno tomarse de las manos y permanecer juntos.
(Robert Fulghum)
Es por ello que lo esencial de lo humano se aprende en el kinder. Pero
no porque, como pretende el autor de este texto, aprendamos esta serie
de hábitos y reglas, porque, ¿cómo saber que estas
reglas son las verdaderas para un desarrollo y una convivencia humanas?
¿Por qué seguir estas reglas y no otras? ¿Sería realmente humanizante
simplemente comportarnos así, incluso sin saber por qué?
Todo lo que es necesario para saber vivir se aprende en el kinder porque
allí se empieza el proceso de autodescubrimiento del cuerpo, del
espacio vital, de las ideas, del mundo personal; porque allí se
va descubriendo que lo propio no es lo único, que existen otras
realidades corporales, otros espacios vitales, otras ideas, otros mundos,
pero que sin embargo, existe el mundo en el que tenemos que convivir.
Lo esencial se aprende en el kinder porque a partir del descubrimiento
de uno mismo como sujeto empírico y del desarrollo de esta dimensión,
de la diferenciación de las percepciones de cada uno de los sentidos,
de la integración de las percepciones en experiencias completas,
del juego y el gozo estético, de las primeras preguntas e inquietudes
en las que va emergiendo el irrestricto deseo de conocer, se va cayendo
en la cuenta de la especificidad de nuestro propio caer en la cuenta humano
y se posibilita que se vaya desarrollando la inteligencia, el juicio, la
valoración y la toma de decisiones, la curiosidad intelectual,
la comunicación verbal y no verbal... la conciencia de uno mismo,
la conciencia del otro, la conciencia del mundo.
Lo verdaderamente importante se aprende en el kinder -o se aprendía,
porque hoy se pretende que se aprenda a leer, escribir, sumar, restar,
hablar inglés, manejar computadoras y otras cosas más "modernas"-,
siempre y cuando haya una genuina preocupación por el desarrollo
humano de los educandos. Si no es así, se aprenden simplemente
cosas: colores, números, conceptos abstractos, letras que se repiten
y no significan nada, formas predeterminadas por la maestra, cosas que
apuntan a una especialización prematura y que no tocan la vida y
el dinamismo personal de cada educando.
En el kinder se aprende lo esencial para la vida porque es allí,
donde con mayor libertad, se permite al educando empezar a explorar su propio dinamismo humanizante
y caer en la cuenta de ese dinamismo que nos lleva a ver la vida con asombro,
como una aventura irrepetible, como un misterio por develar. En el kinder
se aprende lo esencial porque se aprende lo permanente que es este dinamismo
que nos mueve a autoconstruirnos y hacernos cargo de la realidad que nos
toca.
Lo importante para vivir se aprende en el kinder pero no de una vez
y para siempre, porque este dinamismo humanizante es permanente pero dinámico,
siempre en proceso, siempre en búsqueda. Por ello se aprende en
el kinder, pero se tiene que ir reaprendiendo toda la vida, incluso al
salir de la universidad. Porque la vida humana no admite recetas ("lávate
las manos antes de comer") sino actitudes de apertura, búsqueda,
compromiso y consistencia; de fidelidad a uno mismo y a lo que se va descubriendo
por uno mismo con ayuda de los demás.
Se aprende y se reaprende y nunca se deja de ser empírico o lúdico,
estético o existencial, y entonces, no se entiende por qué
todas estas dimensiones están ausentes en una escuela preocupada
por reproducir conceptos, enseñar hábitos mecánicos,
homogeneizar y despersonalizar a los estudiantes para llevarlos a ser
"productivos", "competitivos", "eficientes" y "exitosos", mas no felices,
competentes, conscientes y comprometidos.
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VIVIR ANTES QUE TODO: LA PRÁCTICA DOCENTE PARA EL DESARROLLO HUMANO
Toda educación entraña una imagen del mundo
y reclama un programa de vida.
(Octavio Paz)
Vivir antes que todo. Vivir es la realidad de la que se parte y la meta
a la que se debería aspirar en las aulas. Educar en el vivir y para
vivir, educar en el vivir humano y para vivir humanamente, ésta
sería la premisa fundamental y por lo tanto, el contenido de estas metas nunca
estaría respondido.
Es por ello que la práctica docente debería, a partir
de una resignificación profunda, poner a la vida humana en el centro
y por encima de planes y programas, reglamentaciones, temarios, conceptos,
técnicas o métodos de enseñanza, teorías educativas
o caprichos del profesor o del director.
Esta resignificación conduciría a trascender la noción
de docencia como transmisión de conceptos (bancaria, según
Freire) y llevaría a una noción de docencia como facilitación
de actos de empíricos de comprensión (inteligencia sentiente),
intelectuales, reflexivos y deliberativos, para el mejoramiento progresivo
de la vida humana particular de cada alumno y de la vida humana general
(Carley, 1989).
Una práctica docente comprometida con el desarrollo humano es
una práctica que considera al educando como una persona con una
historia concreta y unas aspiraciones existenciales particulares. Una persona
que comparte con nosotros esa dimensión empírica, que necesita
experiencias innovadoras, significativas; una dimensión intelectual
que tiene que partir de sus propias preguntas y no de respuestas hechas,
que tiene que imaginar, que llegar a comprender una realidad concreta
para después poder construir un concepto y formularlo en diversos
lenguajes; una dimensión reflexiva que tiene que desarrollar la
capacidad de preguntarse por la realidad de las cosas, de dudar de lo que
se le enseña, de no aceptar acríticamente la palabra del
profesor, de no emitir juicios a la ligera, de buscar dar razón
de lo que afirma; una dimensión existencial en la que se está
buscando construir la propia libertad y que para ello, no basta con enseñar
ciertos valores o decir esto es bueno o malo, sino que es necesario desarrollar
la capacidad deliberativa y de valoración, así como la toma
de decisiones responsables empezando por lo sencillo y pequeño.
Una docencia que busca el desarrollo humano
debe, entonces, preocuparse por desarrollar todas estas dimensiones de
los educandos y construir, mediante el diálogo, ciertos significados
y valores comunes mínimos que permitan ir avanzando en esta línea
en la que cada educando tratará de ser cada vez más auténtico.
Para ello se necesita cambiar nuestra imagen del mundo al que actualmente
vemos como un gran mall (centro comercial) en el que todos compramos y
vendemos. Para ello se tiene que ir facilitando que, en cada etapa, los
educandos vayan perfilando un proyecto de vida acorde con la humanización
que requiere cada época. Un proyecto de vida que sólo será
posible si la escuela y los profesores tienen su propio proyecto de vida
y también, una clara visión del mundo e incorporan su propia
práctica dentro de su proyecto de vida y su visión del mundo.
SIN EMBARGO, YO SOY TAL COMO USTEDES: LA PRÁCTICA DOCENTE
COMO DESARROLLO HUMANO
Y sin embargo, yo fui tal como ustedes,
joven, lleno de bellos ideales,
soñé fundiendo el cobre
y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable,
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales."
(Nicanor Parra)
"Y sin embargo, yo fui tal como ustedes", podrán decir muchos maestros
cansados por los años, atrapados por la rutina, encerrados en la
"chamba". "Yo fui tal como ustedes" y tuve ideales, pero estoy aquí
ahora, embrutecido por el sonsonete que yo mismo he creado y no he tratado
de modificar.
Un caso triste sería éste, en el que el profesor o la
maestra ya no están en posibilidades de facilitar el desarrollo
humano de sus estudiantes, porque asumen que ellos "alguna vez
fueron humanos", pero instalados en el "ya", han perdido totalmente cualquier intento de descubrir
ese "todavía no" que su vida tiene por horizonte inacabable.
Caso triste porque, como dice Hansen (1995), la docencia es una de las
profesiones en las que es clave la persona que la ejerce. En muchas profesiones
basta con tener a cualquier persona que sepa los procesos, los pasos, el
manejo de las máquinas. En la docencia hay siempre una relación
interpersonal, una relación entre visiones del mundo y proyectos
de vida, y cuando el proyecto de vida del profesor se ha dado por terminado,
lo único que podrá comunicar es desánimo y desesperanza.
Sin embargo, si el profesor asume una actitud distinta, si se convence
de que no fue, sino que es uno de ellos, es decir, un ser humano en proceso
de desarrollo que no cesa nunca, entonces podrá facilitar el desarrollo
humano de sus estudiantes. Para ello se necesita vocación, que
en términos del mismo Hansen quiere decir: encontrar en la profesión
un camino de realización personal (razones para vivir) y una oportunidad
de servicio real a la transformación social (motivos para luchar).
Con esto no se nace , la vocación, como todo lo humano, es un permanente
descubrimiento y conquista.
Cuando el profesor tiene una actitud de y sin embargo, soy como ustedes,
cuando va descubriendo su vocación docente, no sólo orienta
su práctica docente hacia el desarrollo humano, sino que es un profesor
que encuentra en su misma práctica docente un camino de desarrollo
humano permanente e inagotable. Cada alumno se convierte en una aventura,
cada aula es un misterio que hay que ir viviendo de manera gozosa y descubriendo
progresivamente.
Esta actitud siempre es fruto de una doble conversión: la conversión
intelectual del docente que quiere seguir entendiendo, resignificando
continuamente su tarea y su materia.
La conversión moral del docente que sigue permanentemente preguntándose por el
sentido de lo que hace y reencontrándose consigo mismo en su labor,
reenamorándose de la docencia en cada nuevo grupo que recibe. Es
entonces que se hace realidad la frase de Henry Adams que dice que "cada
profesor afecta el infinito, porque nunca se sabe hasta donde puede llegar
su influencia" (López Calva, 1999).
En pocas palabras, para que el profesor pueda facilitar el desarrollo
humano de sus estudiantes tiene que ser un sujeto que esté en permanente
desarrollo humano personal y, cuando el docente busca generar el desarrollo
humano de sus alumnos, va encontrando en la propia práctica docente
un camino de desarrollo humano en el que hay siempre razones para vivir
y motivos para luchar.
Para ello es necesario invertir la visión dominante en nuestro
horizonte pragmático que nos pide "ver para creer" y empezar a entrar
en la dinámica contraria. Para ser un docente facilitador de desarrollo
humano es necesario empezar por creer en la libertad humana y en las posibilidades
de desarrollo de cada sujeto que tenemos enfrente, dentro de todos los
condicionamientos que su realidad le impone, pero que pueden, en cierta
medida, ser trascendidos, es necesario "creer para ver" (López Calva,
2000).
CONCLUSIONES: EL MAESTRO IDEAL ES...
El maestro ideal es:
Un guía
Un maestro (sic)
Un innovador
Un investigador
Un consejero
Un creador
Un sabio
Un sugeridor (sic)
Un impulsor
Un formador de hábitos, habilidades y actitudes
Un narrador
Un actor
Un escenógrafo
Un formador de colectividades
Un estudiante
Un enfrentador de la realidad
Un emancipador
Un evaluador
Un protector que redime o salva
Un realizador
Una persona.
(Pullias V. Barl)
El maestro ideal es algo inalcanzable, utópico e incluso, indeseable.
Si lo vemos desde esta perspectiva, el profesor ideal es algo así
como un hombre perfecto, y ya se dijo que no hay hombres o mujeres perfectos.
El maestro ideal es una abstracción, una idea más o menos
bonita, un conjunto de buenos deseos o frases poéticas para vender
libros.
La educación es siempre concreta y los maestros que importan
no son los ideales, sino los profesores y profesoras reales. Desde esta
perspectiva de desarrollo humanizante, el asunto de la formación
de profesores no está en la tendencia común de buscar perfiles
ideales con conocimientos, habilidades y actitudes homogéneos.
El problema no es de perfiles, sino de autenticidad. De nada sirve que
todos los profesores tengan los mismos conocimientos o habilidades, o incluso,
idénticas actitudes, si no han experimentado esta conversión
intelectual y ética, y si no se encuentran en una búsqueda
de autenticidad.
Siendo consistentes con lo presentado en este texto, diríamos
que el mejor profesor es el que va siendo más auténticamente
él o ella misma, el que va siendo más fiel a sus propios
procesos de desarrollo y a los preceptos trascendentales: es atento, inteligente,
razonable y responsablemente libre.
Una vez que se entra en esta dinámica de búsqueda permanente,
cada profesor va descubriendo sus propios caminos más allá de toda receta o teoría
de moda. Cada docente se preocupa por autentificar su práctica
personal y adecuarla a su propio modo de ser, creer y sentir. En ese momento
deja de pedir que le digan qué hacer o cómo hacerlo, porque
tiene claro un para qué y un por qué y va construyendo sus
propios medios y contenidos. Entonces deja de desear la docencia de su
prójimo y ante la evidencia de tantas "apestosas cosechas", porque
la lucha es a contracorriente, dice, desde el fondo de su ser inteligente
y crítico: "Quién dijo que todo está perdido, yo vengo
a ofrecer mi corazón" (Fito Páez).
Referencias
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Editores, México, 1995.
Bordieu, P. y Passeron J.C., Reproduction in education, society and
culture, Ca. Ed. Sage, Beverly Hills, 1997.
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School of Education., Harvard University, Cambridge, MA.,1989.
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Press, Atlanta,.1985.
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CEAC, Barcelona, 1992.
Freire P., Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, México,
1982.
Hansen D., The call to teach, Teachers College Press, Columbia University,
New York, 1995.
Lonergan B., Método en Teología, Sígueme,
Salamanca, 1988.
Lonergan B., Insight. Estudio sobre la comprensión humana, UIA/Sígueme,
Salamanca, 1999.
López Calva M., Educación personalizante y transformación
docente. Una visión reflexiva de la educación desde la perspectiva
de Bernard J. F. Lonergan, Tesis doctoral, Universidad Autónoma
de Tlaxcala, Tlaxcala, 1999.
López Calva M., Práctica docente y desarrollo humano,
Trillas. México, 2000.
Marina J.A., Ética para náufragos, Anagrama,
Barcelona, 1995.
Morín E., Los siete saberes necesarios para la educación
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Peter R., Honra tu límite. Fundamentos antropológicos
de la terapia de la imperfección, BUAP, Puebla, 1998.
Savater F., El valor de educar, Ariel, México, 1997.
A
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